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miércoles, 18 de mayo de 2016

LA PARÁBOLA DEL TIEMPO.-Poesía de LUÍS FELIPE DE LA ROSA




LA  PARÁBOLA  DEL  TIEMPO.-

Premiada con LA FLOR NATURAL,en los juegos
florales del Ateneo, en Aconcagua-Ecuador-.


!Pues bien¡...Se dijo...apostrofando al cielo,
con tonos recios y rebeldes modos,
en su pasado esplín, aquel mozuelo,
que todos vieron ; pero a flor de suelo,
y que befaron y agredieron todos.

!Pues bien¡. si del renombre necesita,
este poco de vida transitoria;
si ante el placer un lauro me acredita;
yo escribiré la estrofa nunca escrita,
y entre mi verso enredaré la gloria.

Y alguien hablole: Mozo, el oro encierra
el vino de salud--<seré minero--
dijo, mi acero chispeará en la tierra;
la roca, el aluvión, la virgen sierra,
sus arcas me abrirán...Tendré Dinero.

Y si el humano bienestar consiste,
en la fruición de amar, si verse amado,
compensa el daño del Dolor que embiste,
ha de cantar, en mi ramaje triste
alguna alondra azul...seré adorado.

!Glorias, oro y mujer¡.-sabio consejo,
contra este can que el corazón me muerde¡
Que vuelva mi tristeza...pero en viejo,
!Yo he de obsequiarle un búcaro de añejo,
para que brinde por su viejo verde¡

Así se dijo apostrofando al cielo,
con tonos recios y rebeldes modos,
en su pasado esplín, aquel mozuelo
que todos vieron,  pero a flor de suelo,
y que befaron y agredieron todos.

Una mañana de impaciencia, amarga,
alzó la frente y contempló las cumbres;
tendió la vista hacia la linea larga
de su horizonte cruel--y ató su carga;
su fardelón de negras pesadumbres....

Y se marchó con su hembra, La Locura,
que cosas dulces le contó al oido,
y se fué ; de aventura en aventura,
ganó la orilla lóbrega y oscura,
y se embarcó en la nave del olvido.

Atrás quedaron, juventud y ensueños...
horas alegres y alboradas rosas;
llanos, jardines, cármenes risueños,
donde ensayaron los primeros sueños,
con alas de emoción, sus mariposas.

El mar, soberbio, turbulento y grave,
sacudió sus henchidos torbellinos,
y cargó del novel, la ilusa nave,
que viajaba al azar, con un! quién sabe¡,
en pos de los inciertos vellocinos.

Y lo llevó muy lejos.-Las riberas
de los mares del Sur, plenas de garzas,
alentaron sus íntimas quimeras,
y fueron las mejores compañeras
de aquel errante segador de zarzas.

Y después, a pesar de su perverso
mal, que la vida le enseño, inclemente,
y a despecho del sino, siempre adverso,
logró enredar en la ilusión de un verso;
un Destello Inmortal para su frente

!Pues bien¡ se dijo: Si el renombre es mío,
sobre mi triunfo labraré un tesoro.
Luego vendrá el Amor.-!Amor tardio¡
Es la mujer cual pájaro de estío,
que hay que atraerla con cimbel de oro.

Subió a las cimas yermas y nevadas;
bajó a las hoyas de macizos bancos;
cavó en las cordilleras desoladas;
y recogió riquezas sepultadas,
en rocas, aluviones y barrancos.

Transcurrieron los años, con su corte
de lutos, de amarguras y desengaños,
y, sin hallar para su mal deporte,
meditó en el amor, por sólo norte;
en la gran inquietud de sus engaños.

Buscó unos labios de dormidos besos;
halló unas manos de inefables roces;
y amó a unos ojos, pillos y traviesos
que, provocando en su pasión excesos,
le rindieron la bestia de sus goces...

Pero todo pasó; gloria y mujeres,
el oro infiel y la fortuna rara.......
y al añorar su fama y sus placeres,
solo en el alma se encontró alfileres,
y, solo arrugas se sintió en la cara.

Una tarde, a las sombras de la vida, 
sentose triste, y , contempló un espejo;
sus lágrimas gotearon sin medida,
al mirarse la sien encanecida
y al verse inútil, y abatido, y viejo.


Este es el cuento que narrome un día,
en las tierras del Sur, El Tiempo adusto,
cuando le preguntó , mi Hipocondría, 
si en su libro sapiente se escondía,
la ciencia de curarme este disgusto...

Desde entonces flaquearon mis anhelos
de cabalgar mi potro de aventuras......
Y he cifrado mis últimos desvelos
en mi cita solemne con los hielos.
de mi noche sin fin...mi sepultura.

Desde entonces venero a mi tristeza; 
y cuando todo en mí se palidece,
cuando la angustia a flagelarme empieza,
yo se bajar humilde mi cabeza, 
y se  dejar mi corazón que rece.

Si me halláis por las calles ambulante,
alegre, pensativo, o demacrado,
dejadme, que yo marcho a cada instante,
con un poco de risa en  mi semblante,
y una lanzada antigua, en mi costado.